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"Por el aullido de mi padre: Paco Fresneda"

Por el aullido de mi padre, muestro el aullido de mi canto. Te nombro compartiendo el nombre de tu verbo y la raiz de la esencia de los primeros fresnos.

Hoy,  habito la palabra desbocada. Su relincho indomable es la imagen de mi desencanto y con gesto salvaje te recuerdo. Hoy como todos los días de hace un año y los que vendrán. La bocanada de tormenta y borrasca hojarasca de lamentos despeñados.

Cargado el ímpetu de un desconsuelo que se mitiga con este aire guerrero. Con el aullido en la bocana del puerto en aurora de pasiones y encuentros.

Te recuerdo a golpe de taco de carambola en el juego de la vida. A tragos de momentos en la apostura de tus actos.

Con sonrisa maliciosa y un leve gesto de ausencia acaricio el bastón que guardo. Aquella vara cubierta que sirvió de apoyo a tus últimos años, antes de verte en la situación forzosa de tu ostracismo. Postrado en la cama como la roca en la bahia. Ese que, como infante travieso o mozo revoltoso e indómito que jugabas en el parque o en la piscina cuando te bajaba en la silla de ruedas. Te alborotabas con la alegria del impulso de un púber y arremetias con los chiquillos como si fueras uno más. Allí en el parque o en la piscina. Cobran vida tus ojos y en tu mente las travesuras del ayer cercano. Haciendome partícipe de tus juegos mentales a pesar de tu escasez de palabras. De tu sequia de frases, surgían arrebatos de murmullos, de gestos mezclados con vocablos ininteligibles, de ruido compartido. Con sonrisa incansable debatías con la salud y en un pulso testarudo bregabas con tu bramido poderoso desafiando la muerte en la testud de tu mente.

Así constataba tus últimos meses con ansias de vida, desafiando cualquier nueva pulsión negativa. Cada descenso al abismo, cada vez más cercano. Ocho años de lucha constante. Ocho años resbalando poco a poco por el tobogán del destino final. Desgastaste a la muerte más que cualquier mortal. Cayeron muchos antes que vos creyendo que tu derrota era primigenia. Se equivocaron te dieron más veces por acabado que todas las vidas de siete gatos juntas. Fué un acto heroico y propio de tu fino humor. y esa ironia que gastabas te sirvió para desafiar el destino más oscuro. Te reiste de la muerte con tus triples mortales y el más difícil todavía hasta el último hálito de esperanza y vida.

Yo contigo intenté burlarme de ella muchas veces y lo conseguí contigo. Pero tu eras más fuerte. Esa fortaleza la mayor de las victorias que he vivido. Tu ejemplo mi mayor lección. Nuestra unión la mejor de las novelas.

Ahora que el juez vuelve a reiterar tu ausencia. Con el mazo ha golpeado la sien de mi condena. Un año más sin tu consuelo. Deshauciados mis ojos de no contemplarte. Me aferro al orgullo de no olvidarte. Contemplo fotos de tu ayer y una lágrima va levitando por mis sentimientos más carnales.

Te imagino conchabándote con San Pedro, ese que tantas veces te llamó. Pero tu parecias no escuchar a pesar de que todos le oimos más de seis veces. Con socarronería y actitud chulapona a pesar ser "manchemeño", (de nacimiento y adopción). Pero tus años de vida en Madrid pulieron tu garbo y tu tronio confiriendote una donosura que marcó tu estilo y tu carácter a pesar que, los últimos años agriaron tal vez su sello. Con la chuleria que se gastan los tipos de buena fé que, espero haber heredado, narrarias tus aventuras y desventuras de la más verde calumnia que es la vida. Jugando la partida con los amigos que corrieron junto a ti. Otros ya te habían reservado un hueco mucho antes. Tal vez fumando un puro después de tanto tiempo y tal vez también una copa de cognac compartiendo tertulia y con el galanteo de un rebelde desdeñarias los favores de San Pedro. Brindando por los tuyos en acto de fe. y con un ole por bandera te doy las buenas noches. Con un ole te bendigo todos los días que hablo contigo y nos reimos de todos los capullos que pueblan la existencia y de la vida también, carpe diem.

Buenas noches papa 365 días sin ti pero contigo.


Fco Javier Fresneda Diadosa

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