Y con crueldad infinita la hipocresía era tan fina que conseguía apartar y desprestigiar a los sagaces que la descubrían. Logrando enemistar a los que habían convivido siempre en armonía. Imposibilitando el respeto y la comunicación de antaño para solo disponer de un circulo exclusivo pero con mucho poder. Y así lo fue cercando. Así fue hundiendo a la persona que posibilito su fin en una confusión desesperada.
Primero logro hacerle cambiar sus posesiones. Su familia poseía negocios en el centro financiero de la city. Ella llego con el encanto de la sorpresa, la humildad en sus modos y sus manos vacías de todo. El no esperaba nada a cambio solo amor. Seria su princesa. El creo una realidad para ella. A lo que los padres se sumaron con el gusto del espejismo en la retina del sediento.
Como regalo de boda un gran piso frente a Central Park. Era una excelente persona. Había logrado modificar la conducta juerguista de su querido hijo. Y extrañamente la querían con el impulso de una esperanza hecha verdad. Aunque siempre tenía gustos caros y no pagaba absolutamente nada. Los detalles eran escasos y las palabras llenas de intención eran vacías.
Así fue como con tanto lujo y suntuosos viajes pagados por los padres la pareja se fue queriendo más. Llegaron los críos. Tres retoños a los que repartir tiempo y cuidados. Tuvieron que dejar un segundo ático comprado al poco de vivir en su primera casa. No era suficiente para ella. Con el tercer infante llego una casa grande a las afueras de Ritchmon. En una exclusiva y excluyente urbanización al modo de los ricos. Mientras, los padres materializaban y firmaban mayores contratos. Ya que las finanzas era un tren de vapor surcando a gran velocidad y con hambruna devoradora cualquier rescoldo que pudiera dar la gran manzana.
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