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"Historia de una taimada y un ignorante. Quinta entrega revisitada"

*Por un problema técnico insertamos de nuevo esta entrada para restablecer el orden lógico del relato. Hemos variado alguna palabra o frase.

El hielo se fundió con los escalofríos mentales que sintió. Esa sensación no le abandonó nunca. Al día siguiente los dos volaron a París. Con la Torre de los Campos Eliseos observando el romanticismo en los cuerpos de los mortales ignorantes. El futuro sería una muesca que los edificios magnánimos no podían intuir en  el retorno de la ficticia nueva luna de miel.

Los padres no dijeron nada, se sorprendieron. Pero su silencio activó todos los mecanismos de defensa jurídicos y legales para salvaguardar lo que les posibilitaba su nivel de vida. Al menos lo que estaba en sus inocentes manos. La sabiduria de la experiencia es un grado de intuición y otro tanto de vida recorrida.



Pasaron algunos meses y su lamento fue enquistandose en las lagrimas de su corazón. Las cábalas logísticas de su mente le persuadieron de un desquite de orgullo en una fatal absolución por el bien de todos. Al menos eso quería pesar. Su pena se aferraba a la única tabla de naufrago que podía divisar en la neblina de su crisis crónica. Recuperaría el poder y juró no volver a dejarse dominar por una avariciosa mujer. Ya no estaría sometido. No tendría que huir al trabajo y hacer cada vez más horas para no verse impelido por el sumo orden que su mujer había establecido.


Así fue como leyó los vicios de un seguro de vida. Así fue como descuido las apariencias a veces tan estudiadas y así fue como se complico más su existencia. Perdió la razón y con la ingesta de la maravillosa cicuta de los poetas se adentró en el poderoso influjo de la absenta.


Con la determinación del que nunca fue. Simulo un accidente y la mató con el desdén del desesperado. Le quito los adjetivos y en una perífrasis de violencia la sumió en el olvido. Haya poder para corromper las almas. Haya sumisión para irrumpir las revoluciones calladas. Y así ejecuto su plan con la intención del creyente y el descuido del inocente.


Con tan mala fortuna que el sortilegio se rompió. Si no hubieran existido deudas, seguros de enorme contenido económico. Si no hubiera existido tal interés manifiesto. Nada ni nadie habría dicho nada. Ni le habrían denunciado. Pero sagaces detectives buscadores de brasas equivocadas a las cuales hincar el diente de unos ceros a la derecha, le echaron el lazo de la culpa y ahorcaron su venganza y la vergüenza de unos padres traicionados.


Como siempre el poder le condenó. La serpiente caprichosa que embaucó con sus ojos la presencia de su devenir entre las rejas violentas de una prisión enigmática no tuvo piedad. Marco el destino que la Ley transcrita tenía para los hombres culpables.

Él antes de escuchar el veredicto pensó y esbozando una sonrisa se dijo: - "al menos, soy libre. Nadie es capaz de soportar el peso de una viga sobre sus espaldas. Y todos son capaces de teorizar sobre unas pajillas en las entretelas de los demás".

Sólo los sabios saben la verdad el resto de los mortales como la vida misma interpretamos las sensaciones.


Javi Jerry Lee©mayo 2012

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