Ya tan ni siquiera las ausencias son nombradas. Tocadas en la fibra no fértil del olvido. Descuidados al margen del margen real.
En la calle arden los coches en el chocolate espeso y derretido de la palabra ciudad. Imaginería tópica de lagrimas de verano al compás de perros derrochando los ladridos en luna de agosto.
En un inmenso pararrayos se mitigan fritas las penas del ocaso. Con gallarda frescura las hermosas tetas de la frutera bambolean poniente y le dan sutil prisma de Occidente. Embutida en unos jeans color rosa la juventud se deja ir atrapada por un aroma de sexo real y salvaje. Hollywood al desnudo. O Eva quizás. La putana carnosa en desliz de miedo de durazno hace sopesar los calenturientos monólogos del ciudadano de a pie. Abigarrado siempre en el consuelo amable del onanismo a cualquier hora despuntada. Ese ciudadano que soporta los recortes endémicos de un país de nombre corrupto. Ese ciudadano que soporta el pavor maldito del calendario como hielo derretido sin copa y sin whisky al que mojar fundiendo su frescura en orgasmo de sabor. Ese ciudadano que paga esas facturas adheridas al sueldo y que soslayan mortalmente en un precipicio arriesgado de duda futura y su prima hermana que asegura la necesidad de un riesgo en sus vidas.
Con leve y sensual mordisco la lozana come el día mientras de puntillas pasan heridas las horas que no han de volver. Pero si cada cliente que regresa con la sonrisa puesta y la esperanza por hacer en el pecho gilusionado de la fruta por comer.
Javi Jerry Lee©2012. 4 de julio
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