Hablar por hablar contaron una vez los contadores que los cantautores y con los trovadores de cuentos y trovas pusieron la nota de color de norte a sur de este a oeste y de España a Portugal se desataron los vientos y en una criba los milagros se precipitaron como si fuera la caja de Pandora. Una vez que contaron que una vez cantaron un solo suceso que aconteció en toda la península.
Así mismo con tamaña maravilla algunos no aciertan a comprender como tal hecho pudo suceder y eso que realmente solo una vez paso.
Y según cuentan los moradores de leyendas había una vez en que la península era una única extensión de arboleda y rama. La manera de informar y comunicarse era distinta. Empleando ardillas la transmisión iba mas veloz que si la llevase un correo humano. Ya que las ardillas saltaban de rama en rama cubriendo toda la superficie peninsular.
Érase una vez que se era que dos enamorados vivían en distintas regiones. Uno en el norte. Su amada en el sur. El la escribió para decirla que la amaba y que pronto iría al sur.
Avatares del destino en el camino la ardilla se topó y choco en un salto con otra ardilla mensajera que a su vez llevaba el mismo mensaje pero de una pareja en el que el hombre iba a Portugal a ver a su amada desde el Oriente. En cabriola sin igual sus mensajes se intercambiaron.
Sendas amadas se quedaron aturdidas ante tamaño disparate como pudiera ser que sus queridos hubieran variado sus propósitos como rosa de los vientos caprichosas.
Así que embargadas de celos y con el orgullo por decidir. Marcharon prestas al encuentro de ellos.
Y érase una vez que se era la mayor de la carambolas que un contador jamás haya visto, oído y contado. En medio del viaje. En el cruce de caminos que comunicaban los cuatro puntos cardinales los amantes coincidieron. Y así fue como una vez que se eran pudieron solucionar el entuerto de las ardillas mensajeras y pudieron suponer la superposición de carambolas hasta conectar en un golpe feliz que resolviese la noche encelada y agraviada de las mujeres sin suponer los caballeros de su agravio no intencionado. Aunque era se una vez que se era que quizás fuera la verdad la que realmente fue encubierta una vez que se era.
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