Jerusalén sitiado y las llamaradas golpeando los templos de Dios. Mi pena se encharca y los negros nubarrones se asientan de nuevo en mi palmo. Horizonte oscuro que asestas los golpes más crueles a los más indefensos. Es eterna la condena. La vida es el limbo predicado y luego repudiado. Es la inexistencia a cambio de convertir a los infieles. La injusta causa de la luz muestra el efecto negativo. Mi duelo vuelve y la debilidad del inocente yace en tiempo finito. Ahora es la espera final que reprocha el reproche del buen creyente. Es tan injusta la vida que las tasas impuestas son tan inmorales como frustrante su comprensión. El desespero se acrecienta en noche de luna creciente. Mi voz quiebra. Mis aullidos rotos, solo consuelan los minutos añorados. Como sortilegio que lanza vibraciones de positiva energía. Queriendo variar la realidad negra que asesta de un golpe la raíz quebrada. Y las horas son condena de una espera vaciada. La Fe será acto y fuerza de vida. El abrazo único del miedo que reconforta y da valor.
Coronavirus día 24 De la tristeza a la alegría solo hay un paso. En este vaivén circular solo hay que tener paciencia. El animo es inquieto y las noticias positivas siempre son consideradas. Descenso de muertes, ingresos en UCi y aumento de altas hospitalarias. Continuamos la lucha. He recibido correo electrónico de una señora. Algo contrariado no dejo de sorprenderme. Querido JaviJerryLee o como quieras hacerte llamar. Sigo con atención tu página y, quisiera darte a conocer otro enfoque. Me llamo Esperanza y hace un par de días cumplí años, 94 para ser más precisa. Como bien puedes saber, he pasado por diversos acontecimientos en España. He vivido el hambre y la caridad. Pude cursar estudios, gracias a mis padres. Tenían un comercio que alimentaba al pueblo cuando no gozábamos del desarrollo de hoy día. Lo más grave, espero no se repita consecuencia de una guerra. Magisterio terminé y tuve la suerte de ejercer. A pesar de que no éramos muy bien remunerados
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