La decisión quizá era apostar sobre seguro. Aunque en Menorca cualquier decisión es apuesta ganadora. Rumbo a las calas del oeste. El recuerdo vago de mi verano en la isla me remarcaban dichos nombres.
Recostado en el asiento, cerciorando en los mapas las marcas del pasado. Comente de nuevo con Mar una anécdota de la noche anterior. Nos reímos y comenzamos la aventura.
Respecto a la noche anterior, después de una tonificadora ducha quise reparar mi piel del desgaste y lucha contra el sol. Cogí un bote, me unte bien, con la satisfacción de que nadie tendría que luchar conmigo , como todos los años, para que me diese de crema. Al salir del baño vi en la terraza un bote de aftersun. Pero entonces, ¿que crema reparadora me di¿. Mejor no decir nada. Me volví sigiloso sobre mis pasos. Accedí a la ducha y volví a echarme la crema. Esta vez, me aseguré, era la correcta.
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