La brutal apariencia de su energía era consecuencia, según las malas lenguas, de un extraño pacto con unos doctores que habían descubierto una fórmula medicinal de efectos vigorizantes. Pero se desconocían las secundarias consecuencias negativas. Para lo que solicitaron voluntarios de toda condición. Ahí estaba él, con su porte desafiante a lo Edgar Alan Poe. Agitando su cuerpo de vez en cuando, a manera de orgasmo sin sentido pero, con el sentido de su vehemencia.
A veces contemplaba jinetes en la tormenta y sus ojos se precipitaban en sustancias prohibidas. Era morfina frente al miedo desplomado en sus testarudas impresiones. Absenta de sueños oníricos al colapso de un buen blues. Versión de disolución e indómito coraje. Separación vertiginosa del cuerpo y el alma. Aún así, los cadáveres se precipitaron en la causa de su vida. Asimilando lágrimas de alcohol en el ritmo latente del enfado de su porvenir. Encausado por una rebeldía justa el dolor era mitigado por los latigazos de rock and roll que sacudían su espalda, terminando en un alocado impulso de caderas.
Seguía transmitiendo vida pese a la mueca depravada de la sinrazón de sus condenas. Produciendo la esencia inconformista de la raíz sureña con el polvo revuelto en sus botas desgastadas. Era un desafío su presencia. Gran aura de respeto, enaltecía su alma y encandilaba al respetable, sería quizás el temor de su sombra el que percutía sobre los demás. Desafiante su presencia como indicando: a que esperas tu, sucio hijo de puta, a que la vida te aplaste en tu letargo. Vamos te espero, ven. Riámonos de la muerte hasta que el viejo camino te haga desaparecer. Vamos, maldito cabrón, huye al contacto de la vida".
La impronta de su huella marcada en la cotidianidad de su curso. Natural expresión en el día a dia de su voz. Remarcando con la cadencia de sus movimientos desenfrenados la indignación del presente. Peripecia humana que desafía los salmos y discursos de los que se ríen y mienten sin sonrojo. Asesinando el embuste del discurso autómata y carente de sentimiento. Chasqueando los dedos sobre poniente y con sonrisa traviesa enervaba su conciencia en un hasta mañana, que sería de nuevo, indomable.
Conforme lo leía, en mi mente se ha dibujado el homenaje a los músicos "malditos" y a su buena música.
ResponderEliminarPuede que me equivoque en eso, pero no si digo que es un hermoso poema en prosa :-). ¡Enhorabuena!