Artículo publicado en el periódico "La Opinión" de Trujillo el 5 de febrero de 2014
Ayer el frío era dueño y señor de los designios diarios. La ira de sus actos era la metafórica indignación de los ciudadanos pacientes.
Así pues, instalado en el cuarto de mis sueños pensé en el artículo sin más discusión que la blanca pantalla. Resistí el impulso de abandonar y me prepare un whisky. No suelo hacerlo en solitario, aunque lo vi como un desafío hacia el gigante. Uno de mis gestos rebeldes e intrascendentes. pero que al menos crean poso en la conciencia. No suelo tomar coca cola ni tampoco creo que ninguno de los trabajadores en peligro de pecado del parado sea capaz de realizar un gesto de comprensión y solidaridad cuando mis barbas sean cortadas. Así pues con los sorbos del elixir en la textura de mis papilas gustativas me sumergí en el relato que comencé a esbozar:
"Una noche a cobijo de la lluvia adiós se dijeron. En el momento que la oscuridad arrasó el firmamento. Su pulso era una firma inconclusa en posesión de nada. Ella mesó sus cabellos y agitó cualquier expresión de deseo. Mitigó la propia pasión en el sello lacrado de un adiós. Día tras día, encebada del olvido y del desamor, sólo era una tentación a su soledad. Día tras día, no quiso lamentar la losa de una culpa y de una generación equivocada. Sólo presentir su cuerpo enrabietado en la pulsión de su disposición. Rompió el espejo del cuarto de baño en los mil cristales de su desesperación. La oscuridad su razón de ser. El olvido su única motivación. No quiso recordar la noche en que su equilibrio encontró la razón de un adiós equivocado. Su nombre borró las fotos de su memoria y en la casa donde habitaron sus desencuentros, su presencia se marchitó en un silencio tan mudo que no habitaban las palabras que la describían. Postergó las razones para vivir y simplemente se apagó. Dejó las cenizas perderse bajo la marca de unos labios de sensual presencia en el filtro de su deseo."
"Una noche a cobijo de la lluvia adiós se dijeron. En el momento que la oscuridad arrasó el firmamento. Su pulso era una firma inconclusa en posesión de nada. Ella mesó sus cabellos y agitó cualquier expresión de deseo. Mitigó la propia pasión en el sello lacrado de un adiós. Día tras día, encebada del olvido y del desamor, sólo era una tentación a su soledad. Día tras día, no quiso lamentar la losa de una culpa y de una generación equivocada. Sólo presentir su cuerpo enrabietado en la pulsión de su disposición. Rompió el espejo del cuarto de baño en los mil cristales de su desesperación. La oscuridad su razón de ser. El olvido su única motivación. No quiso recordar la noche en que su equilibrio encontró la razón de un adiós equivocado. Su nombre borró las fotos de su memoria y en la casa donde habitaron sus desencuentros, su presencia se marchitó en un silencio tan mudo que no habitaban las palabras que la describían. Postergó las razones para vivir y simplemente se apagó. Dejó las cenizas perderse bajo la marca de unos labios de sensual presencia en el filtro de su deseo."
Otro trago más y la justicia aguó su nombre. El Ministerio de Justicia cerró su caso ya que el pederasta no residía ni era ciudadano español. La incomprensión de las palabras era tal que no lograba asimilar las noticias sobre la proposición de esta ley que ahora quieren aprobar. Otro trago más para poder la saliva tragar.
Con el pasotismo y la puerta abierta a los delitos cometidos en el extranjero y por personal que no habita ni patria ni ciudadanía, las posibilidades de lampar y justificar la ley del hampa son mayores sin la justificación de la forma para perseguir al presunto culpable. Certeza impoluta la del inocente en su cada vez mayor desamparo institucional.
Necesito otro trago más, sin bebida refrescante, por favor. La próxima semana espero volver por estas páginas si mi locura etílica me lo permite. No vaya a delinquir contra el Ministerio de Justicia y me exilie al extranjero para que cierren mi caso sin ningún tipo de rubor en la cara. Una de las pocas cartas de garantía que la diplomacia española tenía para jugar en el tablero de las decisiones geopolíticas, lo volatilizamos con olvido doloso.
Necesito otro trago más, sin bebida refrescante, por favor. La próxima semana espero volver por estas páginas si mi locura etílica me lo permite. No vaya a delinquir contra el Ministerio de Justicia y me exilie al extranjero para que cierren mi caso sin ningún tipo de rubor en la cara. Una de las pocas cartas de garantía que la diplomacia española tenía para jugar en el tablero de las decisiones geopolíticas, lo volatilizamos con olvido doloso.
Disfruten de mi ausencia, me serviré otro trago, por sí me culpan de no apoyar los desmanes de los grandes.
Comentarios
Publicar un comentario