"El hombre con nombre de error"
(24 agosto 2012) Nueva versión 2016
No debes temer lo mucho que temes los descuidos de tu mente.
Introdujo el suave deseo del principiante de la palabra en la voz.
El recorrido iniciático era una convulsión que le hacia volar y desdoblarse.
La vida siempre dijo que era mas sencilla que todo eso. La gente buscaba y perseguía los problemas cotidianos y no tantos.
Las líneas de la mano de su vida estaban marcadas como el trillado camino de un tahúr en el inhóspito mundo de un futuro incierto.
El que creyó en la buena fe. El que lo dio todo. El que lo tuvo todo. El que lo perdió todo.
Y la sociedad no le perdono la imagen falsa e irreal que trasmitía. Porque en el fondo no era similar a esa caricatura de si mismo.
No era propio de su esencia perderse en los recovecos medrosos de su mente enfrentándose innumerables veces de una equivocada manera a sus miedos más vulnerables. Fantasmas seminales de un recodo de educación y apostura de infante sin hacer.
Y eran esas taras tardías las que le sumían en una interrogante agresiva mezclado por los vientos que azotaban los reproches mundanos que no daba. En lastima de amnesia certera se perdió en el ocaso de la madrugada.
Los gritos de la locura atraparon su ser para no dejarle volver en un apocalíptico final de mortaja y encuentro.
Nadie reclamo a ciegas sus pasos. Nadie bramo su mentira y nadie quiso descubrir la verdad entre las sabanas del amanecer. Abandonado y abonado a la crisis del olvido. Nadie siguió sus pasos. Todo pereció en manos del Estado que reclamo para si la figura de un nombre sin sombra y con forma de desaparecido.
Por eso cada mañana a pesar de la brisa fresca de la risa pienso en los miedos que recuerdo para no caer en las lamentaciones de los errores. Porque no se vivir sin la gente que quiero y su recuerdo.
JaviJerryLee@2016
Señor Jerry Lee, me ha encantado el poema.
ResponderEliminarSi me lo permites, te recomiendo una mejora (no en el texto, desde luego; sino en esta entrada de tu blog): sería estupendo si a tus lectores nos ofrecieras también la antigua versión del poema. Puede que no fuera más que una curiosidad, pero, al menos a mí, me encantaría poder comparar ambos textos.
En cualquier caso, ¡enhorabuena!