"Despecho"
Se percató de su obsesión. Se engrandeció el pasado verano al contemplarla en bikini. La opulencia de la carne en cuerpo de pecado. Sus noches revolcado en la luna elucubrando y embadurnando su cuerpo de sueños entre aceites, cremas y perfumes.
Obsesivamente la presencia de ella iba llenando todo. Lo que primero fueron segundos pasaron a rellenar la paleta sombría de su tiempo. Los minutos fueron horas. Y su agonía su silencio.
En el metro la vio con pantalones ceñidos. Ajustando su culo al espejo de su deseo. La desesperación con firma de suspiro, verla corriendo llegar. Mientras sus pechos carnosos botaban. Jugando con la forma de su esencia.
No podía resistirlo. Hichkok a su lado era juguete roto. Pero su cordura descarrilaba a cada golpe de calle. No había canción que calmase su ira y deseo. Animal salvaje que crecía en la coyuntura del destino de la mujer que creía amar. A cada reproche de calle, a cada recodo de tiempo la volvía a ver. Jamás la abordo. Su letanía de miedo y vergüenza le oprimía. No le permitía la naturalidad precisa de un hola.
Incluso aun en tardes nubladas gustaba de gafas de sol. La opresión insistente de su corazón le estaba volviendo loco. Empezaba asimilar por conceptos estudiados las poses del Lobo estepario. Incluso Herman Hesse se hubiera inspirado en el para la realización y caracterización del personaje.
Su delirio le había llevado a la persecución y a escarbar en la intimidad calmosa de la dama. En el inocente letargo de una mujer confiada y tranquila. Volviendo sobre sus pasos como cazador insatisfecho. Cualquier pensamiento racional se eclipsaba ante tamaño gesto de ignoto animal. Habitando el desamparo en la habitación de sus miedos y fantasmas. A pesar de toda la pared empapelada por numerosas chicas rubias. Ya se nubló el ocaso de su deseo. Ya no era nítida su mujer amada. Regazo de duda. Helecho desesperado de confusión y bruma. A golpe de despecho la fijación se volvía etérea y sin forma de mujer determinada.
Ciclón de intemperie y holocausto. El drama iba cerniendo se como la sombra grotesca de una ciudad abandonada. La ruta cristalina y vacía se iba llenando del mescal de sus sentimientos. A pesar de los versos rotos reposando en el fondo de su papelera. Su obsesión sin ritmo de continuidad era el poema hecho mujer entre las manos de su gesto. Entre las palabras cautiva de su cárcel maldita.
Sonó mi telefono. Mi cita con el sicólogo era el recuerdo que presagiaba como sol de mayo. Petrificado por un instante en el espejo mi voz se asusto. Paso in suspiro. Anude con firmeza el nudo de la corbata. Recogí de la silla la chaqueta azul del traje. Cerré despacio la puerta y marche a mi cita. Tras de mí los miedos y fantasmas. Los pliegues irreales de la realidad soñada. Tras de mi el lobo estepario que puede asaltarnos en cualquier momento desesperado y arruinar cualquier existencia.
Por eso, por favor aten las ansiedades y a los peligros y vocingleros pónganles un bozal. No hay nada como prevenir los peligros señores ministros.
JaviJerryLee®2016
Septiembre
Bienvenido de nuevo, señor Jerry Lee. ¡Ya le echábamos de menos!
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